lunes, 20 de mayo de 2024

Fragmentos de Totalidad e infinito - Emmanuel Levinas I

TOTALIDAD E INFINITO
Ensayo sobre la exterioridad
Emmanuel Levinas
Trad. Daniel E. Guillot
Presentación de la edición castellana
Que todo aparecer del ser sea una posible apariencia; que la manifestación de las cosas y el testimonio de la conciencia no sean, quizás, sino el efecto de una cierta magia, capaces de extraviar al hombre que espera salir de si hacia el ser, todo esto no es un loco pensamiento de filósofo. Es todo el desarrollo de la humanidad moderna: su temor a dejarse hechizar. (…) La ideología, inocente o maligna, ha alterado ya nuestro saber. Por ella los hombres se engañan o son engañados. (…)
Prefacio
Aceptaremos fácilmente que es cuestión de gran importancia saber si la moral no es una farsa. (…) La política se opone a la moral, como la filosofía a la ingenuidad. (…) La prueba de fuerza es la prueba de lo real. Sin embargo, la violencia no consiste en herir y aniquilar como en interrumpir la continuidad de las personas, en hacerles desempeñar papeles en los que ya no se encuentran, en hacerles traicionar, no sólo compromisos, sino su propia sustancia; en la obligación de llevar a cabo actos que destruirán toda posibilidad de acto. Como en la guerra moderna, en toda guerra las armas se vuelven contra quien las detenta. La guerra (…) destruye la identidad del Mismo.
(…) En la idea de lo infinito se piensa lo que permanece siempre exterior al pensamiento. Condición de toda opinión, es también condición de toda verdad objetiva. La idea de lo infinito es el espíritu antes de presentarse a la distinción de lo que descubre por sí mismo y de lo que recibe de la opinión. (…) Este libro se presenta entonces como una defensa de la subjetividad, pero no la tomará a nivel de su protesta puramente egoísta contra la totalidad, ni en su angustia ante la muerte, sino como fundada en la idea de lo infinito. (…) La subjetividad realiza estas exigencias imposibles: el hecho asombroso de contener más de lo que es posible contener. (…) Contener más de lo que se es capaz es, en todo momento, hacer estallar los cuadros de un contenido pensado, superar las barreras de la inmanencia, pero sin que esta caída en el ser se reduzca de nuevo a un concepto de caída...
El mismo y lo otro
I. Metafísica y trascendencia
1. Deseo de lo invisible
(…) El deseo metafísico tiene otra intensión: desea el más allá de todo lo que puede simplemente colmarlo. Es como la bondad: lo Deseado no lo calma, lo profundiza. Generosidad alimentada por lo Deseado y, en este sentido, relación que no es desaparición de la distancia, que no es acercamiento, o, para ajustar con mayor aproximación la esencia de la generosidad y de la bondad, relación cuya positividad proviene del alejamiento, de la separación, puesto que se nutre, podría decirse, de su hambre. Alejamiento que es radical sólo si el deseo no es la posibilidad de anticipar lo deseable, si no lo piensa previamente, si va hacia él a la aventura, es decir, hacia una alteridad absoluta, imposible de anticipar, como se va hacia la muerte. El deseo es absoluto, si el ser que desea es mortal y lo Deseado, invisible. La invisibilidad no indica una ausencia de relación; implica relaciones con lo que no está dado, de lo cual no hay idea. La visión es una adecuación entre la idea y la cosa: comprehensión que engloba. (…) La dimensión misma de la altura1 está abierta por el Deseo metafísico. Que esta altura no sea ya el cielo, sino lo Invisible, es la elevación misma de la altura y su nobleza. [1. «Yo soy incapaz de admitir que exista otro estudio que haga mirar al alma hacia lo alto, sino el que se relaciona con lo real que es lo invisible» Platón, République.] (…) Loca pretensión de lo invisible al tiempo que una experiencia aguda de lo humano enseña, en el siglo XX, que los pensamientos de los hombres son conducidos por las necesidades, que implican sociedad e historia; que el hambre y el miedo pueden vencer toda resistencia humana y toda libertad. (…) Pero ser hombre es saber que es así. La libertad consiste en saber que la libertad está en peligro. Pero saber o ser consiente, es tener tiempo para evitar y prevenir el momento de inhumanidad. (…) el deseo de lo absolutamente Otro o la nobleza, la dimensión de la metafísica.
2. Ruptura de la totalidad
(…) Ser yo es, fuera de toda individualización a partir de un sistema de referencias, tener la identidad como contenido. El yo, no es un ser que permanece siempre el mismo, sino el ser cuyo existir consiste en identificarse, en recobrar su identidad a través de todo lo que le acontece. Es la identidad por excelencia, la obra original de la identificación.
(…) La modalidad del Yo contra lo «otro» del mundo, consiste en morar; en identificarse existiendo allí en lo de sí. El Yo, en un mundo primeramente otro, es sin embargo autóctono. Es la mudanza misma de esta alteración. Encuentra en el mundo un lugar y una casa. Habitar es el modo mismo de sostenerse (…) El «en lo de sí» no es un continente, sino un lugar donde yo puedo, donde, dependiendo de una realidad que es otra, soy a pesar de esta dependencia, o gracias a ella, libre. Es suficiente caminar, hacer para apoderarse de todo, para apresar. Todo, en cierto sentido, está en su lugar, todo está a mi disposición a fin de cuentas, aun los astros (…) El lugar, medio ambiente, ofrece medios. Todo está aquí, todo me pertenece; todo de antemano es aprehendido con la aprehensión original del lugar, todo es com-prendido.
(…) Para que la alteridad se produzca en el ser hace falta un «pensamiento» y un Yo. La irreversibilidad de la relación es llevada a cabo por uno de los términos de la relación, como el movimiento mismo de la trascendencia, como el recorrido de esa distancia y no como una retención o la invención psicológica de este movimiento. El «pensamiento», la «interioridad» son la ruptura misma del saber y la producción (no el reflejo) de la trascendencia. (…) La alteridad solo es posible a partir del Yo. (…) La apología en la que el Yo a la vez se afirma y se inclina ante lo trascendente, está en la esencia del discurso.
3. La trascendencia no es la negatividad
El movimiento de la trascendencia se distingue de la negatividad por la cual el hombre descontento rechaza la condición en la que está instalado. La negatividad supone un ser instalado, situado en un lugar donde está «en casa»; es un hecho económico, en el sentido etimológico de este adjetivo. (…) [los hombres] se oponen a su condición, permaneciendo al mismo tiempo ligados a sus horizontes. El «de otro modo» y «en otra parte» que desean, se mantienen aún en el aquí abajo que rechazan. (…) Este modo de negar, refugiándose al mismo tiempo en lo que se niega, perfila los lineamientos del Mismo2 o del Yo. [2. ‘primacía del Mismo’: en el aprendizaje no se recibe nada del Otro, sino que únicamente se saca ‘a la luz’ lo que ya está previamente dado en el individuo.]
4. La metafísica precede de la ontología
(…) El saber o la teoría significa primeramente una relación tan con el ser, que el ser cognoscente deja manifestarse al ser conocido respetando su alteridad y sin marcarlo en modo alguno con esta relación de conocimiento. En este sentido, el deseo metafísico seria la esencia de la teoría. Pero la teoría significa también inteligencia -logos del ser- es decir un modo tal de abordar el ser conocido que su alteridad con respecto al ser cognoscente se desvanece. (…) sensación en la cual se confunden cualidad objetiva y afección subjetiva. (…) La ontología que retorna lo Otro al Mismo, promueve la libertad que es la identificación del Mismo, que no se deja alienar por el Otro. (…) A este cuestionamiento de mi espontaneidad por la presencia del Otro, se llama ética. (…) lección de Sócrates. No recibir nada del Otro sino lo que está en mí, como si desde toda la eternidad yo tuviera lo que viene de fuera. No recibir nada o ser libre. La libertad no se parece a la caprichosa espontaneidad del libre albedrío. Su sentido último reside en esta permanencia en el Mismo, que es razón. El conocimiento es el despliegue de esta identidad. Es libertad. (…) Conocer viene a ser aprehender el ser a partir de nada o llevarlo a la nada, quitarle su alteridad. Iluminar es quitar al ser su resistencia, porque la luz abre un horizonte y vacía el espacio: entrega el ser a partir de la nada.
(…) «Yo pienso» se convierte en «yo puedo» en una apropiación de lo que es, en una explotación de la realidad. (…) el pensamiento como obediencia a la verdad del ser.

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