lunes, 23 de octubre de 2017

A Antonin Artaud – de Jacques Prevel

Y si un día un hombre se alzase entre los hombres
y si un día un hombre avanzase entre los hombres
…para ser mi amigo.
Un hombre lo suficientemente puro para ponerme a prueba
…por completo.
Un hombre lo suficientemente loco y vacío de sentido para
…entenderme.
Un hombre de mi raza
pero que haya quebrado los fracasos y los temores
y que leería a través de los innumerables años.
Un hombre que no temería mis sarcasmos
y no temería mi odio
quizás sin espanto
quizás lo reconocería antes de hundirme en la
…noche.
3 de febrero de 1945.

martes, 10 de octubre de 2017

En una pared en las calles de Rosario - Roberto Bolaño!

No enfermarse nunca
Perder todas las batallas
Fumar con los ojos 
entornados y recitar bardos
provenzales
en el solitario ir y venir de las
fronteras
Esto puede ser la derrota
pero también el mar
y las tabernas
El signo que equilibra
tu inmadurez premeditada y
las alegorías
Ser uno y débil y moverse.

Poema visto/encontrado en una pared en las calles de Rosario por el 2011 u 2012.

jueves, 5 de octubre de 2017

El burro - Roberto Bolaño

A veces sueño que Mario Santiago
viene a buscarme con su moto negra.
Y dejamos atrás la ciudad y a medida
que las luces van desapareciendo
Mario Santiago me dice que se trata
de una moto robada, la última moto
robada para viajar por las pobres tierras
del norte, en dirección a Texas,
persiguiendo un sueño innombrable,
inclasificable, el sueño de nuestra juventud,
es decir el sueño más valiente de todos
nuestros sueños. Y de tal manera
cómo negarme a montar la veloz moto negra
del norte y salir rajados por aquellos caminos
que antaño recorrieran los santos de México,
los poetas mendicantes de México,
las sanguijuelas taciturnas de Tepito
o la colonia Guerrero, todos en la misma senda,
donde se confunden y mezclan los tiempos:
verbales y físicos, el ayer y la afasia.
Y a veces sueño que Mario Santiago
viene a buscarme, o es un poeta sin rostro,
una cabeza sin ojos, ni boca, ni nariz,
sólo piel y voluntad, y yo sin preguntar nada
me subo a la moto y partimos
por los caminos del norte, la cabeza y yo,
extraños tripulantes embarcados en una ruta
miserable, caminos borrados por el polvo y la lluvia,
tierra de moscas y lagartijas, matorrales resecos
y ventiscas de arena, el único teatro concebible para nuestra poesía
Y a veces sueño que el camino
que nuestra moto o nuestro anhelo recorre
no empieza en mi sueño sino en el sueño
de otros: los inocentes, los bienaventurados,
los mansos, los que para nuestra desgracia
ya no están aquí. Y así Mario Santiago y yo
salimos de la ciudad de México que es la prolongación
de tantos sueños, la materialización de tantas
pesadillas, y remontamos los estados
siempre hacia el norte, siempre por el camino
de los coyotes, y nuestra moto entonces
es del color de la noche. Nuestra moto
es un burro negro que viaja sin prisa
por las tierras de la Curiosidad. Un burro negro
que se desplaza por la humanidad y la geometría
de estos pobres paisajes desolados.
Y la risa de Mario o de la cabeza
saluda a los fantasmas de nuestra juventud,
el sueño innombrable e inútil
de la valentía.
Y a veces creo ver una moto negra
como un burro alejándose por los caminos
de tierra de Zacatecas y Coahuila, en los límites
del sueño, y sin alcanzar a comprender
su sentido, su significado último,
comprendo no obstante su música:
una alegre canción de despedida.
Y acaso son los gestos de valor los que
nos dicen adiós, sin resentimiento ni amargura,
en paz con su gratuidad absoluta y con nosotros mismos.
Son los pequeños desafíos inútiles -o que
los años y la costumbre consintieron
que creyéramos inútiles-los que nos saludan,
los que nos hacen señales enigmáticas con las manos,
en medio de la noche, a un lado de la carretera,
como nuestros hijos queridos y abandonados,
criados solos en estos desiertos calcáreos,
como el resplandor que un día nos atravesó
y que habíamos olvidado.
Y a veces sueño que Mario llega
con su moto negra en medio de la pesadilla
y partimos rumbo al norte,
rumbo a los pueblos fantasmas donde moran
las lagartijas y las moscas.
y mientras el sueño me transporta
de un continente a otro
a través de una ducha de estrellas frías e indoloras,
veo la moto negra, como un burro de otro planeta,
partir en dos las tierras de Coahuila.
un burro de otro planeta
que es el anhelo desbocado de nuestra ignorancia,
pero que también es nuestra esperanza
y nuestro valor.
Un valor innombrable e inútil, bien cierto,
pero reencontrado en los márgenes
del sueño más remoto,
en las particiones del sueño final,
en la senda confusa y magnética
de los burros y de los poetas.

Humanidad te amo - E.E. Cummings

Humanidad 
te amo
porque preferirías embarrar las botas del
éxito antes que preguntar de quién es el alma que cuelga de la
cadena del reloj lo cual sería vergonzoso para ambas
partes y porque
aplaudís resueltamente todas
las canciones que contengan las palabras país casa y
madre cuando las cantan en el viejo teatro
Humanidad te amo porque
cuando andás pobre empeñás
tu inteligencia para comprarte un trago y cuando
te echan tu orgullo impide
que te acerques a las casas de empeño y
porque estás continuamente haciendo
cosas molestas pero más
que nada en tu propia casa
Humanidad te amo porque
estás perpetuamente poniendo el secreto de
la vida en tus pantalones y te olvidás
que está ahí y te sentás
en él
y porque estás
siempre haciendo poemas en el regazo
de la muerte
Humanidad
te odio.

Sweeney entre los ruiseñores - T. S. Eliot

Sweeney cuello de simio extiende sus rodilla
descolgando sus manos para reír,
hinchándose hasta parecer Jirafa.
Los círculos de la luna tormentosa
se deslizan hacia el este, hacia el río de la Plata.
la Muerte y el cuerpo se desvían arriba
y Sweeney guarda los pórticos encornados.
El tenebroso Orión y el perro
están velados; y calmados los estremecidos mares;
la persona en la capa española
trata de sentarse sobre las rodillas de Sweeney;
resbala y empuja el mantel de la mesa
vuelca una taza de café
se reorganiza en el suelo
bosteza y se sube una media;
el hombre silencioso vestido de marrón moka
se deja caer en el alfeizar de la ventana y bosteza;
el camarero trae naranjas
bananas, higos y uvas de invernadero;
el silencioso vertebrado marrón
se contrae y concentra, se quita;
Rachel Née Rabinovich
arranca las uvas con garras asesinas;
ella y la dama en la capa
son sospechosas, se piensa están ligadas;
por lo tanto el hombre con ojos pesados
rechaza el gambito, muestra fatiga;
deja el cuarto y reaparece
fuera de la ventana, inclinándose
ramas de glicinas
circunscriben una mueca dorada.
El anfitrión conversa con alguien indistinto
conversa aparte en la puerta,
los ruiseñores están cantando cerca
del convento del Sagrado Corazón
y cantaron dentro de la arboleda sangrienta
cuando Agamenón gritó
y dejaron caer su líquido dividido
para mancillar el duro, deshonrado sudario.

Gerontion - T. S. Eliot [en Lolita de Vladimir Nabokov]

1. Irónica alusión al poema «Gerontion», de T. S. Eliot:
Tú no tienes ni juventud ni vejez
sino como si fuera una siesta después de comer
soñando con ambas cosas.
Aquí estoy, viejo en un mes seco,
mientras un niño me lee, esperando que llueva.
No estuve ni a las Puertas Calientes
ni combatí en la lluvia cálida
ni me hundí en el pantano salitroso,
con un machete en mano,
picado por las moscas, combatido.
Mi casa es una casa en ruinas
y el judío se acurruca en el umbral de la ventana,
el propietario, el desovado en algún cafetín de Amberes,
llagoso en Bruselas, apañado y desollado en Londres.
El cabrón tose por la noche campo arriba;
rocas, musgo, hierro, mierdas.
La mujer cuida la cocina, prepara té,
estornuda por la tarde, escarba en el sumidero.

Soy un viejo,
un zopenco entre espacios de viento.
Los signos se toman por maravillas: 
Queremos ver una señal
La palabra entre palabras,
incapaz de decir una palabra,
envuelta en tinieblas.
En la adolescencia del año vino Cristo el tigre.

En el depravado mes de Mayo,
cornejo y castaño, floreciendo el árbol de Judas,
para ser comido, dividido,
bebido entre cuchicheos; por el señor Silvero
con manos cariñosas,
en Limoges dando vueltas,
en el cuarto del lado, toda la noche;
por Hakagawa, haciendo reverencias entre Tizianos;
por madame de Tornquist, en el oscuro cuarto
cambiando de lugar las velas;
Fraülein von Kulp, que se dio vuelta en el zaguán,
una mano en la puerta.
Vacías lanzaderas tejen el viento.
No tengo fantasmas,
un hombre viejo en una casa de vientos
bajo una colina de ventisca.

Después de saber, ¿Cuál perdón?
Ahora piensa que la historia tiene
muchos y mañosos pasadizos,
urdidos corredores y propósitos,
engaña con susurrantes ambiciones,
nos lleva entre vanidades.
Ahora piensa que ella da cuando estamos distraídos
y lo que da, lo da con tan sutiles confusiones
que la donación da hambre al deseoso:
da muy tarde aquello en que no se cree,
o si aún se cree, en la memoria sólo,
reconsiderada pasión es.
Da muy pronto.
En débiles manos, lo pensado puede ser desechado
hasta el rechazo, propagando miedo.
Piensa, ni el miedo ni el coraje nos salvan.
Vicios no naturales son engendrados por nuestro heroísmo.
Las virtudes nos son impuestas
por nuestros impúdicos crímenes.
Estas lágrimas caen de un árbol iracundo.

El tigre salta sobre el nuevo año.
Nos devora.
Piensa, por último:
no hemos llegado a una conclusión,
cuando endurezco en una casa de alquiler.
Piensa, al fin, no he hecho este espectáculo
sin propósito y no es por ninguna instigación
de los demonios interiores.

Coincidiría contigo sobre esto honestamente.
Yo que estaba cerca de tu corazón fui apartado de él
perdiendo la belleza en el terror, terror de preguntar.
He perdido mi pasión:
¿por qué necesitaría conservarla
cuando aquello que debe conservarse será adulterado?
He perdido mi vista, mi olfato,
mi oído, el gusto y el tacto:
¿Cómo habría de usarlos para estar cerca de ti?

Estos, con mil pequeñas deliberaciones
dilatan el beneficio de su helado delirio,
excitan la membrana, cuando el sentido se ha enfriado,
con salsas picantes, multiplican la variedad
en una selva de espejos.
¿Qué hará la araña,
suspender sus actos;
podría el gorgojo retrasarse?
De Bailhache, Fresca, la señora Cammel,
giraban más allá del circuito de la estremecida Osa
en fracturados átomos. Gaviota contra el viento,
en los ventiscos estrechos de Isla Bella,
o corriendo al cabo de los Hornos
plumas blancas en la nieve,
el Golfo se las lleva,
y un viejo empujado por los Alisios
a un rincón soñoliento.

Inquilinos de la casa,
pensamientos de un cerebro seco
en una seca estación.