miércoles, 23 de octubre de 2024

Fragmentos de La gravedad y la gracia – Simone Weil (Parte I)

LA GRAVEDAD Y LA GRACIA
Prólogo de Carmen Herrando
Lo real, para ella, es trascendente: «es la idea esencial de Platón». Y lo real se plasma en la verdad (…) ‘Una verdad es siempre la verdad de algo. La verdad es el resplandor de la realidad. El objeto de amor no es la verdad, sino la realidad. Desear la verdad es desear un contacto directo con la realidad. Desear un contacto directo con la realidad es amarla. No se desea la verdad más que para amar en la verdad’. (…) «Hay que ir hacia lo verdadero con toda el alma».
(…) ‘Una verdad sólo aparece en el espíritu de un ser humano particular, pero ¿cómo la comunicará? Si trata de exponerla, nadie va a escucharle, porque, como quienes escuchan no están al tanto de esa verdad, no la reconocen como tal; no saben que lo que dice es verdad, y no le prestan la atención suficiente para percatarse de ello, pues no tienen motivos para acometer semejante esfuerzo de atención’. Y remata la idea afirmando que un esfuerzo de atención para comprender a otro sólo es posible para quienes le aman. De hecho, para ella, la amistad es una forma de amor.
La gravedad y la gracia (…) da cuenta de los dos ejes en torno a los que discurre el contenido: de un lado, la pesadez o gravedad, que arrastra hacia abajo y representa la porción del alma que domina el egoísmo y la fuerza; de otro, la gracia, procedente de lo alto, que abre el alma al resquicio de lo sobrenatural y la orienta hacia el aniquilamiento del egoísmo.
(…) Constituye el método -el organon- de la filosofía weliana: «En el ámbito de la inteligencia, la virtud de la humildad no es sino el poder de la atención». (…) La atención a lo real y su seriedad intelectual (…) El pensamiento, además, genera una transformación en quien piensa: «La expresión correcta de un pensamiento siempre produce un cambio en el alma».
 
La gravedad y la gracia
Todos los movimientos naturales del alma se rigen por leyes análogas a las de la gravedad material. Solo la gracia constituye una excepción.
(…)
Dos fuerzas rigen el universo: la luz y la gravedad.
Gravedad. En general, lo que esperamos de los demás viene determinado por los efectos de la gravedad en nosotros; lo que recibimos viene determinado por los efectos de la gravedad en ellos. A veces lo que esperamos y lo que recibimos coinciden (por casualidad), a menudo no.
¿Por qué, en cuanto un ser humano da pruebas de que necesita poco o mucho de otra persona, esta se aleja? Gravedad. (…) Todo lo que se llama bajeza es un fenómeno de la gravedad. De hecho, el término bajeza así lo indica. El objeto de una acción y el nivel de energía que la alimenta son cosas distintas. Lo bajo y lo superficial están al mismo nivel.
(…) El hombre tiene la fuente de energía moral en el exterior, como la fuente de la energía física (alimento, respiración). Generalmente la encuentra, y por eso llega al espejismo -como con lo físico- de que su ser lleva en sí mismo el principio de su propia conservación.
(…)
La gracia es la ley del movimiento descendente.
Rebajarse es elevarse con respecto a la gravedad moral. La gravedad moral nos hace caer hacia arriba.
 
Vacío y compensación
(…)
La búsqueda de equilibrio es mala porque es imaginaria.
(…)
Una recompensa puramente imaginaria (una sonrisa de Luis XIV) es el equivalente exacto de lo que uno ha gastado, porque tiene exactamente el valor de lo que uno ha gastado -a diferencia de las recompensas verdaderas que, como tales, están por encima o por debajo-. Así pues, solo las ventajas imaginarias proporcionan la energía necesaria para esfuerzos ilimitados. Pero Luis XIV debe sonreír de verdad; sino sonríe, privación indecible. Un rey solo puede pagar recompensas la mayoría de las veces imaginarias, o sería insolvente.
Equivalente en religión, a cierto nivel.
A falta de recibir la sonrisa de Luis XIV, nos fabricamos un Dios que nos sonríe.
O se alaba uno a sí mismo. Hace falta una recompensa equivalente. Inevitable como la gravedad.
(…) Los hombres nos deben lo que nos imaginamos que nos darán. Perdónales la deuda.
Aceptar que sean distintos, no las criaturas de nuestra imaginación, es imitar a la renuncia de Dios.
Yo también soy distinta, no la que imagino ser. Saberlos es el perdón.
 
Aceptar el vacío
«Creemos por tradición en lo que a los dioses se refiere, y vemos por experiencia en lo que a los hombres se refiere, que siempre, por una necesidad de su naturaleza, todo ser ejerce todo el poder de que dispone» (Tucídides).
(...)
El hombre solo escapa a las leyes de este mundo lo que dura un relámpago. Instantes de pausa, de contemplación, de intuición pura, de vacío mental, de aceptación del vacío moral. Gracias a esos instantes es capaz de lo sobrenatural. Quien soporta un momento de vacío, o bien recibe el pan sobrenatural o bien cae. Riesgo terrible, pero hay que correrlo…
Titulo original: La pesanteur et la grâce
Traducción de Elena M. Cano e Íñigo Sánchez-Paños

martes, 22 de octubre de 2024

MAGNA EST VERITAS 
de Stevie Smith.
(...)
Así que en mi época he recogido unos cuantos hechos,
bastante más que la gente que usa sombreros elegantes
y no engaño porque también soy bastante sencilla
y aunque recojo hechos no siempre sé qué significan.
Los considero una contribución a la Verdad omnipotente, 
magna est veritas et praevalebit,
coincidiendo con ese escritor latino, 
Grande es la Verdad y pronto prevalecerá.

Y AQUÍ ESTAMOS 
de Inger Christensen.
(...)
Por la noche,
cuando el corazón está vacío,
hay una mujer
en el camino.
Su rostro
es arrugado y redondo,
y parece
como si se recordase
a sí misma
tiempo atrás,
mientras en silencio
calcula
cuándo
y por qué
vio a una persona
por última vez.
Después asiente
y se va.

Babel 3 - Jack Spicer

BABEL 3
La torre en sí misma daba igual.
Lo que Él odiaba era nuestras palabras.
Una vez nuestras palabras ascendieron
hasta la bien dispuesta boca de Dios
Como campanas que cantan en las casas.
Cuando alguien amaba
La palabra decía amor
En el piso 38
En el piso 94
En el piso 1224.
Las palabras eran diferentes entonces. Dios no
nos dividía en idiomas diferentes
Dividía
palabras y seres humanos
Seres humanos y palabras
Él llamaba a las palabras ángeles
Nosotros llamábamos a las palabras ángeles
Las cosas eran diferentes entonces.
 Traducción de Jonio González.
BABEL 3
The tower itself was nothing.
It was our words He hated.
Once our words rose
Into God's willing mouth 
Like bells ring into houses.
When someone loved
The word said love
On thẹ 38th floor
On the 94th floor
On the 1224th floor.
Words were different then. God didn't
Divide us into different languages
He divided
Words and men
Men and words
He called the words angels
We called the words angels
Things were different then.