sábado, 22 de junio de 2013

Una temporada en el infierno - Jean Arthur Rimbaud

Une saison en enfer

"Un corte de suministro entre el fuego general y la boca del cráter..."

"Conseguí desvanecer en mi espíritu toda esperanza humana. Sobre toda dicha, para estrangularla, salté con el ataque sordo del animal feroz."

"Yo me he tendido cuan largo era en el barro (...) Y le he jugado malas pasadas a la locura.
Y la primavera me trajo la risa espantable del idiota."

"Gana la muerte con todos tus apetitos, y con tu egoísmo y con todos los pecados capitales."

"Les debo: la idolatría y la afición al sacrilegio; ¡Oh! todos los vicios, cólera, lujuria, la lujuria, magnífica; sobre todo, mentira y pereza."

"La domesticidad lleva demasiado lejos. La honradez de la mendicidad me desespera. Los criminales asquean como castrados: yo, por mi parte, estoy intacto y eso me da lo mismo."

"Sin ni siquiera servirme de mi cuerpo para vivir y más ocioso que el sapo, he subsistido dondequiera."

"Me resulta bien evidente que siempre he sido de raza inferior. Yo no puedo comprender la rebelión. Mi raza no se levantó jamás sino para robar: así los lobos al animal que no mataron"

"Ahora estoy maldito, tengo horror de la patria. Lo mejor es un sueño bien ebrio, sobre la playa."

"No hay tal partida. Retomemos los caminos de aquí, cargando con mi vicio, el vicio que ha hundido sus raíces de sufrimiento en mi flanco desde la edad de la razón, que sube al cielo, me golpea, me derriba, me arrastra.
La última timidez y la última inocencia. está dicho. No mostrar al mundo mis ascos y mis traiciones.
¡Vamos! La caminata, el fardo, el desierto, el hastío y la cólera."

"¡Aquí abajo, no obstante!
De produndis domine, ¡Si seré tonto!"

""Flaqueza o fuerza: ya está, es la fuerza. Tú no sabes adónde vas, ni por qué vas, entra en todas partes, responde a todo. No han de matarte más que si ya fueras un cadáver". A la mañana, tenía la mirada tan perdida y tan muerto el semblante que los que se encontraban conmigo acaso no me vieron."

"No hay duda de que el libertinaje es tonto, el vicio es tonto; hay que arrojar lejos la podredumbre. ¡Pero el reloj no habrá llegado a sonar solamente la hora del puro dolor! ¿Voy a ser arrebatado como un niño para jugar en el paraíso olvidado de toda la desgracia?"

"¡Dos amores! Puedo morir de amor terreno, morir de abnegación."

"El hastío ha dejado de ser mi amor. Las cóleras, los libertinajes, la locura -cuyos impulsos y desastres conozco-, todo mi fardo esta en el suelo. Apreciemos sin vértigo  la extensión de mi inocencia."

"Ya no necesito la abnegación ni el amor divino. No echo de menos el siglo de los corazones sensibles. Cada cual tiene su razón, desprecio y caridad."

"¡Farsa continua! Mi inocencia me da ganas de llorar. La vida es la farsa en la que todos figuramos."

"Y decir que yo poseo la verdad, que veo la justicia: tengo un juicio sano y firme, estoy a punto para la perfección... Orgullo-. La piel del cráneo se me deseca."

"Además, nadie piensa nunca en los otros."

"Tengo la suerte de no sufrir más. Mi vida fue sólo una serie de dulces locuras, es lamentable. ¡Bah! Hagamos todas las muecas imaginables."

"¡Ah, subir de nuevo a la vida! ¡Poner los ojos sobre nuestras deformidades! ¡Y ese veneno, ese beso mil veces maldito! ¡Mi flaqueza, la crueldad del mundo!"

"Olvidé todo mi deber humano para seguirlo. ¡Que vida! La verdadera vida está ausente."

"Yo lo escucho hacer de la infamia una gloria, de la crueldad un hechizo."

"Vi que todos los seres tienen una fatalidad de dicha: la acción no es la vida, sino una manera de estropear cualquier fuerza, un enervamiento. La moral es una flaqueza del cerebro."

"Su hechizo el alma y el cuerpo
Cogió, y dispersó el esfuerzo."

"Todo eso ha pasado. Hoy, sé saludar la belleza."

"Sobrenaturalmente sobrio, más desinteresado que el mejor de los mendigos, orgulloso de no tener ni patria ni amigos, qué bobería fue. ¡Y sólo ahora me doy cuenta!"

"He tenido razón en todos mis desdenes: ¡puesto que me escapo!
¡Me escapo!
Voy a explicarme.
Hasta ayer, suspiraba yo aún: "¡Cielos! ¡Cuántos somos los condenados aquí abajo! ¡Hace tanto tiempo ya que pertenezco a su cuadrilla! Los conozco a todos. Nosotros nos reconocemos siempre y nos asqueamos. La caridad nos es desconocida. Pero somos corteses; nuestras relaciones con el mundo son muy correctas." ¿Es sorprendente?"

"Ahora bien, hay gentes hurañas y alegres, falsos elegidos, puesto que necesitamos audacia o humildad para abordarlos. Y esos son los únicos elegidos. ¡Que no están nada dispuestos a echar bendiciones!"

"Al recobrar dos céntimos de razón -¡cosa muy pasajera!-"

"El espíritu es autoridad y quiere que yo esté en Occidente. Habría que hacerlo callar para llegar a la conclusión que yo deseaba."

"¿Pero no es un suplicio real el que, el hombre se engañe, se pruebe las evidencias, se hinche de placer al repetir esas pruebas y no viva más que de ese modo? Tortura sutil, bobalicona; fuente de mis divagaciones espirituales." 

"¡Y la borrachera! ¡Y el tabaco! ¡Y la ignorancia! ¡Y las abnegaciones! ¡Todo esto está a cien leguas de la sabiduría, la patria primitiva! ¡Para qué un mundo moderno, si se han inventado semejantes venenos!"

"Pero me doy cuenta de que mi espíritu duerme. ¡Si estuviera siempre bien despierto a partir de este momento, pronto llegaríamos a la verdad!"

"¡El canto de los cielos, la marcha de los pueblos! Esclavos, no maldigamos la vida."

"¡Y temo al invierno porque es la estación de la comodidad!"

"¡Qué hablaba yo de mano amiga! Es una buena ventaja que pueda reírme de los viejos amores mentirosos, y cubrir de vergüenza a esas parejas embaucadas -he visto allá el infierno -; y me será permitido poseer la verdad en un alma y un cuerpo."

Abril-Agosto, 1873 

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