Los mejores de la raza
No hay nada que discutir
no hay nada que recordar
no hay nada que olvidar
es triste y no es triste
parece que la cosa más sensata
que una persona puede hacer
es estar sentada
con una copa en la mano
mientras las paredes blanden
sonrisas de despedida
uno pasa a través de
todo ello con una cierta
cantidad de eficiencia y valentía
entonces se va,
algunos aceptan
la posibilidad de Dios
para ayudarles en su paso
otros lo aceptan como es
y por estos bebo esta noche.
Bien, así es la cosa...
a veces cuando todo parece ir de mal
en peor
cuando todo conspira
y corroe
y las horas, días,
No hay nada que discutir
no hay nada que recordar
no hay nada que olvidar
es triste y no es triste
parece que la cosa más sensata
que una persona puede hacer
es estar sentada
con una copa en la mano
mientras las paredes blanden
sonrisas de despedida
uno pasa a través de
todo ello con una cierta
cantidad de eficiencia y valentía
entonces se va,
algunos aceptan
la posibilidad de Dios
para ayudarles en su paso
otros lo aceptan como es
y por estos bebo esta noche.
Bien, así es la cosa...
a veces cuando todo parece ir de mal
en peor
cuando todo conspira
y corroe
y las horas, días,
semanas
años
parecen desperdiciados,
tendido sobre mi cama
en la oscuridad
mirando hacia el techo
concibo lo que muchos considerarán un
detestable pensamiento:
aún es agradable ser Bukowski.
París
Fue como no haber estado allí.
Céline se había ido.
no había nadie allí.
París fue un bocado de aire azulado.
Las mujeres pasaban como una inhalación
años
parecen desperdiciados,
tendido sobre mi cama
en la oscuridad
mirando hacia el techo
concibo lo que muchos considerarán un
detestable pensamiento:
aún es agradable ser Bukowski.
París
Fue como no haber estado allí.
Céline se había ido.
no había nadie allí.
París fue un bocado de aire azulado.
Las mujeres pasaban como una inhalación
como si tu nunca fueras a ATREVERTE
a irte a la cama con ellas.
No había ningún ejército por ahí.
Todos eran ricos.
No había pobres a la vista.
No había viejos a la vista.
Cuando te sentabas en una mesa en un café
te caían celosas miradas
No había ningún ejército por ahí.
Todos eran ricos.
No había pobres a la vista.
No había viejos a la vista.
Cuando te sentabas en una mesa en un café
te caían celosas miradas
de los demás asiduos
quienes estaban seguros de ser
más importantes que tú.
La comida era demasiado cara para comerla.
Una botella de vino te costaba tu mano derecha.
Céline se había ido.
Hombres gordos fumaban cigarros convirtiéndose en
gloriosas bocanadas de humo.
más importantes que tú.
La comida era demasiado cara para comerla.
Una botella de vino te costaba tu mano derecha.
Céline se había ido.
Hombres gordos fumaban cigarros convirtiéndose en
gloriosas bocanadas de humo.
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