viernes, 26 de diciembre de 2014

Salvo el crepúsculo - Julio Cortázar (Fragmentos I)

Arrimos
Discurso del método, método del no discurso, 
y así vamos.
Lo mejor: no empezar, arrimarse por donde se pueda.
Ninguna cronología, baraja tan mezclada que no vale la pena.
Cuando haya fechas al pie, las pondré. O no.
Lugares, nombres. O no.
De todas maneras vos también decidirás lo que te dé la gana.
La vida: hacer dedo, auto-stop, hitchhicking: 
se da o no se da, igual los libros que las carreteras.

Ahí viene uno. ¿Nos lleva, nos deja plantados?

Billet doux (Fragmento)
Tendré que contestarte, dulcísima penumbra, y decirte:
Buenos Aires, cuatro de noviembre de mil novecientos
cincuenta. Así es el tiempo, la muesca de la luna presa 
en los almanaques, cuatro de.
y se necesitaba tan poco para organizar el día en su justo
paso, la flor en su exacto linde, el encuentro en la precisa.
Ahora bien, lo que se necesitaba.
Sigue a la vuelta, como una moneda, una
   alfombra, un irse.
(No se culpe a nadie de mi vida).

A un dios desconocido (Fragmento)
Quienquiera seas no vengas ya.
                     (...)
Obedeciéndote hemos caído.
                     (...)
...el reloj que puntual nos saca de la cama.
Venga usted a las dos, venga a las cuatro,
desgraciadamente tenemos tantos compromisos.
                     (...)
Quienquiera seas no vengas ya.
Te escupiríamos, basura, 
fabricado a nuestra imagen
de nilón y de orlón, Iahvé, Dios mío.

Para escuchar con audífonos (Fragmento)
Un técnico me lo explicó, pero no comprendí mucho. Cuando se escucha un disco con audífonos (no todos los discos, pero sí justamente los que no deberían hacer eso), ocurre que en la fracción de segundo que precede al primer sonido se alcanza a percibir, debilísimamente, ese primer sonido que va a resonar un instante después con toda su fuerza. A veces uno no se da cuenta, pero cuando se está esperando un cuarteto de cuerdas o un madrigal o un lied, el casi imperceptible pre-eco no tiene nada de agradable. Un eco que se respete debe venir después, no antes, qué clase de eco es ése.
(...)
...y durante mucho tiempo los creí un mero recurso ocasional, enclave momentáneo para librar a parientes o vecinos de mis preferencias en materia de Varese, Nono, Lutoslavski o Cat Anderson, músicos más bien resonantes después de las diez de la noche. Y hay que decir que al principio el mero hecho de calzármelos en las orejas me molestaba, me ofendía...
De edades y tiempos (fragmento)
...recordar obligadamente desde el hic et nunc que deforma casi siempre el pasado (Proust incluido, mal que les pese a los ingenuos).

Ándele (fragmento)
1)
(...)
            y alarga el brazo hacia ese libro o ese disco,
                  suena el teléfono: a las nueve esta noche,
                  llegaron compañeros con noticias,
                  tenés que estar sin falta, viejo,

o es Claudine que reclama su salida o su almohada,
o Roberto con depre, hay que ayudarlo,
o simplemente las camisas sucias
amontonándose en la bañadera
como los diarios, las revistas, y ese

                  ensayo de Foucault, y la novela
                  de Erica Jong y esos poemas
           de Sigifredo sin hablar de mil
           trescientos grosso modo libros discos y películas (...)

 la carretilla de la vida
con carga para cinco décadas, con sed
de viñedos enteros, con amores
que inevitablemente superponen
tres, cinco, siete mundos
que debieran latir consecutivos
y en cambio se combaten simultáneos
en lo que llaman poligamia y que tan sólo
es el miedo a perder tantas ventanas
sobre tantos paisajes, la esperanza
de un horizonte entero—

2)
                    (...) 
                    No nos alcanza el tiempo,
                    o nosotros a él,
                    nos quedamos atrás por correr demasiado,
                    ya no nos basta el día
                    para vivir apenas media hora.

3)
(...)
Así se te va el hoy
en nombre de mañana o de pasado,
así perdés el centro
en una despiadada excentración
a veces útil, claro,
útil para algún otro, y está bien.

4)
No se me queje, amigo,
las cosas son así y no hay vuelta.
Métale a este poema tan prosaico
que unos comprenderán y otros tu abuela,
dése al menos el gusto
de la sinceridad y al mismo tiempo
                  conteste esa llamada, sí, de acuerdo,
                  el jueves a las cuatro,
                  de acuerdo, amigo Ariel,
                  hay que hacer algo por los refugiados.

5)
Pero pasa que el tipo es un poeta
y un cronopio a sus horas,
que a cada vuelta de la esquina
le salta encima el tigre azul,
un nuevo laberinto que reclama
ser relato o novela o viaje a Islandia,
(ha de ser tan traslúcida la alborada en Islandia,
se dice el pobre punto en un café de barrio)
         Le debe cartas necesarias a Ana Svensson,
         le debe un cuarto de hora a Eduardo, y un paseo
         a Cristina, como el otro
         murió debiéndole a Esculapio un gallo,
         como Chénier en la guillotina,
         tanta vida esperándolo, y el tiempo
         de un triángulo de fierro solamente
         y ya la nada. Así, el absurdo
         de que el deseo se adelante
         sin que puedas seguirlo, pies de plomo,
         la recurrente pesadilla diurna
         del que quiere avanzar y lo detiene
         el pegajoso cazamoscas del deber.
        (...)
6)
Vendrán y te dirán (ya mismo, en esta página)
sucio individualista,
tu obligación es darte sin protestas,
escribir para el hoy para el mañana
sin nostalgias de Chaucer o Rig Veda,
sin darle tiempo a Raymond Chandler o Duke Ellington,
basta de babosadas de pequeñoburgués,
hay que luchar contra la alienación ya mismo,
dejate de pavadas,
elegí entre el trabajo partidario
o cantarle a Gardel.

7)
Dirás, ya sé, que es lamentarse al cuete
y tendrás la razón más objetiva.
Pero no es para vos que escribo este prosema,
lo hago pensando en el que arrima el hombro
mientras se acuerda de Rubén Darío
o silba un blues de Big Bill Broonzy.

            Así era Roque Dalton, que ojalá
            me mirara escribir (...)

8)
Esto va derivando hacia otra cosa,
es tiempo de ajustarse el cinturón:
zona de turbulencia.
                                       Nairobi , 1976

A ver ustedes, con la mano en el corazón
díganme, digan si no es hora que
nos juguemos la piel a cara o ceca
para que el pueblo saque la sortija,
antes que suenen las sirenas y el
caballo ciego empiece de nuevo.
              Julio Huasi, Increíble de la suerte.