jueves, 5 de octubre de 2017

Gerontion - T. S. Eliot [en Lolita de Vladimir Nabokov]

1. Irónica alusión al poema «Gerontion», de T. S. Eliot:
Tú no tienes ni juventud ni vejez
sino como si fuera una siesta después de comer
soñando con ambas cosas.
Aquí estoy, viejo en un mes seco,
mientras un niño me lee, esperando que llueva.
No estuve ni a las Puertas Calientes
ni combatí en la lluvia cálida
ni me hundí en el pantano salitroso,
con un machete en mano,
picado por las moscas, combatido.
Mi casa es una casa en ruinas
y el judío se acurruca en el umbral de la ventana,
el propietario, el desovado en algún cafetín de Amberes,
llagoso en Bruselas, apañado y desollado en Londres.
El cabrón tose por la noche campo arriba;
rocas, musgo, hierro, mierdas.
La mujer cuida la cocina, prepara té,
estornuda por la tarde, escarba en el sumidero.

Soy un viejo,
un zopenco entre espacios de viento.
Los signos se toman por maravillas: 
Queremos ver una señal
La palabra entre palabras,
incapaz de decir una palabra,
envuelta en tinieblas.
En la adolescencia del año vino Cristo el tigre.

En el depravado mes de Mayo,
cornejo y castaño, floreciendo el árbol de Judas,
para ser comido, dividido,
bebido entre cuchicheos; por el señor Silvero
con manos cariñosas,
en Limoges dando vueltas,
en el cuarto del lado, toda la noche;
por Hakagawa, haciendo reverencias entre Tizianos;
por madame de Tornquist, en el oscuro cuarto
cambiando de lugar las velas;
Fraülein von Kulp, que se dio vuelta en el zaguán,
una mano en la puerta.
Vacías lanzaderas tejen el viento.
No tengo fantasmas,
un hombre viejo en una casa de vientos
bajo una colina de ventisca.

Después de saber, ¿Cuál perdón?
Ahora piensa que la historia tiene
muchos y mañosos pasadizos,
urdidos corredores y propósitos,
engaña con susurrantes ambiciones,
nos lleva entre vanidades.
Ahora piensa que ella da cuando estamos distraídos
y lo que da, lo da con tan sutiles confusiones
que la donación da hambre al deseoso:
da muy tarde aquello en que no se cree,
o si aún se cree, en la memoria sólo,
reconsiderada pasión es.
Da muy pronto.
En débiles manos, lo pensado puede ser desechado
hasta el rechazo, propagando miedo.
Piensa, ni el miedo ni el coraje nos salvan.
Vicios no naturales son engendrados por nuestro heroísmo.
Las virtudes nos son impuestas
por nuestros impúdicos crímenes.
Estas lágrimas caen de un árbol iracundo.

El tigre salta sobre el nuevo año.
Nos devora.
Piensa, por último:
no hemos llegado a una conclusión,
cuando endurezco en una casa de alquiler.
Piensa, al fin, no he hecho este espectáculo
sin propósito y no es por ninguna instigación
de los demonios interiores.

Coincidiría contigo sobre esto honestamente.
Yo que estaba cerca de tu corazón fui apartado de él
perdiendo la belleza en el terror, terror de preguntar.
He perdido mi pasión:
¿por qué necesitaría conservarla
cuando aquello que debe conservarse será adulterado?
He perdido mi vista, mi olfato,
mi oído, el gusto y el tacto:
¿Cómo habría de usarlos para estar cerca de ti?

Estos, con mil pequeñas deliberaciones
dilatan el beneficio de su helado delirio,
excitan la membrana, cuando el sentido se ha enfriado,
con salsas picantes, multiplican la variedad
en una selva de espejos.
¿Qué hará la araña,
suspender sus actos;
podría el gorgojo retrasarse?
De Bailhache, Fresca, la señora Cammel,
giraban más allá del circuito de la estremecida Osa
en fracturados átomos. Gaviota contra el viento,
en los ventiscos estrechos de Isla Bella,
o corriendo al cabo de los Hornos
plumas blancas en la nieve,
el Golfo se las lleva,
y un viejo empujado por los Alisios
a un rincón soñoliento.

Inquilinos de la casa,
pensamientos de un cerebro seco
en una seca estación.

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