lunes, 24 de julio de 2023

Relectura rápida de Las enseñanzas de Don Juan - Carlos Castaneda II

«Escucha al silencio dentro de la ilusión del mundo,
y recordarás la lección que olvidaste»
Jack Kerouac

Vieron que el universo entero era un universo de intento, y para ellos el intento era el equivalente de inteligencia. (…) la energía vibratoria, consciente de sí misma, era en extremo inteligente.

Don Juan, por ejemplo me alertó al hecho de que mi mundo cotidiano no estaba regido por mi percepción sino por la interpretación de mi percepción.
-¡No!-dijo categóricamente-. El poder depende de la clase de saber que se tenga. ¿De qué sirve saber cosas que no valen la pena?
(…)
-No. Porque no conoces tu corazón. Lo importante es que sepas exactamente por qué quieres comprometerte.
 
…dijo con mucha seriedad que, si quería yo aprender, debía ser inflexible conmigo mismo.
 
Era un miedo o una desdicha indefinidos; una cierta melancolía, que yo no podía definir con exactitud. Y tal estado no me parecía noble en modo alguno.
Don Juan rió y dijo:
-Estás empezando a aprender.
-Este tipo de aprendizaje no es para mí. No estoy hecho para él, don Juan.
-Tú eres muy exagerado.
-Esta no es ninguna exageración.
-Lo es. El único problema es que solamente exageras los malos aspectos.
-En lo que a mí toca, no hay buenos aspectos. Todo lo que sé es que me da miedo.
-No hay nada malo en tener miedo. Cuando uno teme, ve las cosas en forma distinta.
 
El miedo es el primer enemigo natural que un hombre debe derrotar en el camino del saber. Además, tú eres curioso. Eso compensa. Y aprenderás a pesar tuyo; esa es la regla.
 
No estás acostumbrado a esta clase de vida; por eso las señales se te escapan. Así y todo eres una persona seria, pero tu seriedad está ligada a lo que tú haces, no a lo que pasa fuera de ti. Te ocupas demasiado de ti mismo. Ese es el problema. Y eso produce una tremenda fatiga.
-¿Pero qué otra cosa puede uno hacer, don Juan?
-Busca y ve las maravillas que te rodean. Te cansarás de mirarte a ti mismo, y el cansancio te hará sordo y ciego a todo lo demás.
 
-Un hombre va al saber como en la guerra: bien despierto, con miedo, con respeto y con absoluta confianza. Ir en cualquier otra forma al saber o a la guerra es un error, y quien lo cometa vivirá para lamentar sus pasos.
Le pregunté por qué era así, y dijo que, cuando un hombre ha cumplido estos cuatro requisitos, no hay errores por los que deba rendir cuentas; en tales condiciones sus actos pierden la torpeza de las acciones de un tonto. Si tal hombre fracasa, o sufre una derrota, sólo habrá perdido una batalla, y eso no provocará deploraciones lastimosas.
 
Un aliado te hará ver y entender cosas sobre las que ningún ser humano podría jamás iluminarte.
 
Dijo que aprender por medio de la conversación era no sólo un desperdicio sino una estupidez, porque el aprender era la tarea más difícil que un hombre podría echarse encima.
 
Dijo que los temores son naturales; todos los sentimos y no podemos evitarlo. Pero por otra parte, pese a lo atemorizante que sea el aprender, es más terrible pensar en un hombre sin aliado o sin conocimientos.
 
El hombre vive sólo para aprender. Y si aprende es porque ésa es la naturaleza de su suerte, para bien o para mal.

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