«Escucha al
silencio dentro de la ilusión del mundo,
y recordarás la
lección que olvidaste»
Jack Kerouac
Vieron que el universo entero era un universo de intento, y para ellos el intento era el equivalente de inteligencia. (…) la energía vibratoria, consciente de sí misma, era en extremo inteligente.
Don Juan, por ejemplo me
alertó al hecho de que mi mundo cotidiano no estaba regido por mi percepción
sino por la interpretación de mi percepción.
-¡No!-dijo categóricamente-.
El poder depende de la clase de saber que se tenga. ¿De qué sirve saber cosas
que no valen la pena?
(…)
-No. Porque no conoces tu
corazón. Lo importante es que sepas exactamente por qué quieres comprometerte.
…dijo con mucha seriedad que,
si quería yo aprender, debía ser inflexible conmigo mismo.
Era un miedo o una desdicha
indefinidos; una cierta melancolía, que yo no podía definir con exactitud. Y
tal estado no me parecía noble en modo alguno.
Don Juan rió y dijo:
-Estás empezando a aprender.
-Este tipo de aprendizaje no
es para mí. No estoy hecho para él, don Juan.
-Tú eres muy exagerado.
-Esta no es ninguna
exageración.
-Lo es. El único problema es
que solamente exageras los malos aspectos.
-En lo que a mí toca, no hay
buenos aspectos. Todo lo que sé es que me da miedo.
-No hay nada malo en tener
miedo. Cuando uno teme, ve las cosas en forma distinta.
El miedo es el primer enemigo
natural que un hombre debe derrotar en el camino del saber. Además, tú eres
curioso. Eso compensa. Y aprenderás a
pesar tuyo; esa es la regla.
No estás acostumbrado a esta
clase de vida; por eso las señales se te escapan. Así y todo eres una persona
seria, pero tu seriedad está ligada a lo que tú haces, no a lo que pasa fuera
de ti. Te ocupas demasiado de ti mismo. Ese es el problema. Y eso produce una tremenda
fatiga.
-¿Pero qué otra cosa puede uno
hacer, don Juan?
-Busca y ve las maravillas que
te rodean. Te cansarás de mirarte a ti mismo, y el cansancio te hará sordo y
ciego a todo lo demás.
-Un hombre va al saber como en
la guerra: bien despierto, con miedo, con respeto y con absoluta confianza. Ir
en cualquier otra forma al saber o a la guerra es un error, y quien lo cometa
vivirá para lamentar sus pasos.
Le pregunté por qué era así, y
dijo que, cuando un hombre ha cumplido estos cuatro requisitos, no hay errores
por los que deba rendir cuentas; en tales condiciones sus actos pierden la
torpeza de las acciones de un tonto. Si tal hombre fracasa, o sufre una
derrota, sólo habrá perdido una batalla, y eso no provocará deploraciones
lastimosas.
Un aliado te hará ver y
entender cosas sobre las que ningún ser humano podría jamás iluminarte.
Dijo que aprender por medio de
la conversación era no sólo un desperdicio sino una estupidez, porque el
aprender era la tarea más difícil que un hombre podría echarse encima.
Dijo que los temores son
naturales; todos los sentimos y no podemos evitarlo. Pero por otra parte, pese
a lo atemorizante que sea el aprender, es más terrible pensar en un hombre sin
aliado o sin conocimientos.
El hombre vive sólo para
aprender. Y si aprende es porque ésa es la naturaleza de su suerte, para bien o
para mal.