martes, 28 de enero de 2014

Cartas de Antonin Artaud!

A la mesa

Abandonad las cavernas del ser. Venid, el espíritu alienta fuera del espíritu. Ya es hora de dejar vuestras viviendas.

Ceded al Omni-Pensamiento. Lo Maravilloso está en la raíz del espíritu. Nosotros estamos dentro del espíritu, en el interior de la cabeza. Ideas, lógica, orden, Verdad (con V mayúscula), Razón: todo lo ofrecemos a la nada de la muerte. Cuidado con vuestras lógicas, señores, cuidado con vuestras lógicas; no imagináis hasta dónde puede llevarnos nuestro odio a la lógica.

La vida, en su fisonomía llamada real, sólo se puede determinar mediante un alejamiento de la vida, mediante un suspenso impuesto al espíritu; pero la realidad no está allí. No hay, pues, que venir a fastidiarnos en espíritu a nosotros, que apuntamos hacia cierta eternidad superreal a nosotros que desde hace ya tiempo no nos consideramos del presente y somos para nosotros como nuestras sombras reales.

Aquel que nos juzga no ha nacido al espíritu, a ese espíritu a que nos referimos y: que está, para nosotros, fuera de lo que vosotros llamáis espíritu. No hay que llamar demasiado nuestra atención hacia las cadenas que nos unen a la imbecilidad petrificante del espíritu. Nosotros hemos atrapado una nueva bestia. Los cielos responden a nuestra actitud de absurdo insensato. El hábito que tenéis todos vosotros de dar la espalda a las preguntas no impedirá que los cielos se abran el día establecido, y que un nuevo lenguaje se instale en medio de vuestras imbéciles transacciones. Queremos decir: de las transacciones imbéciles de vuestros pensamientos.

Hay signos en el Pensamiento. Nuestra actitud de absurdo y de muerte es la de mayor receptividad. A través de las hendiduras de una realidad en adelante no viable, habla un mundo voluntariamente sibilino.

Mensaje al Dalai Lama

Somos tus muy fieles servidores, ¡oh Gran Lama!, concédenos, envíanos tu luz en un lenguaje que nuestros contaminados espíritus de europeos puedan comprender, y si es necesario cambia nuestro Espíritu, créanos un espíritu vuelto por entero hacia esas cimas perfectas donde el Espíritu del Hombre ya no sufre.

Créanos un Espíritu sin hábitos, un espíritu cuajado verdaderamente en el Espíritu, o un Espíritu con hábitos más puros - los tuyos - si ellos son aptos para la libertad.

Estamos rodeados de papas decrépitos, de profesionales de la literatura, de críticos, de perros; nuestro Espíritu está entre perros, que inmediatamente piensan a ras de tierra, que irremediablemente piensan en el presente.

Enséñanos, Lama, la levitación material de los cuerpos, y cómo evitar ser retenidos por la tierra.

Porque tú bien sabes a qué liberación transparente de las almas, a qué libertad del Espíritu en el Espíritu aludimos, ¡oh Papa aceptable!, ¡oh Papa del Espíritu verdadero!

Con el ojo interior te contemplo, ¡oh Papa!, en la cumbre de lo interior. Es en ese interior donde me asemejo a ti, yo, germinación, idea, labio, levitación, sueño, grito, renunciamiento a la idea, suspendido entre todas las formas y a la espera sólo del viento.

Carta a las Escuelas de Buda

Vosotros que no estáis en la carne, que sabéis en qué punto de su trayectoria carnal, de su vaivén insensato, el alma encuentra el verbo absoluto, la palabra nueva, la tierra interior. Vosotros que sabéis como uno da vueltas en el pensamiento y cómo el espíritu puede salvarse de si mismo. Vosotros que sois interiores a vosotros mismos, que ya no tenéis un espíritu a nivel de la carne: aquí hay manos que no se limitan a tomar, cerebros que ven más allá de un bosque de techos, de un florecer de fachadas, de un pueblo de ruedas, de una actividad de fuego y de mármoles. Aunque avance ese pueblo de hierro, aunque avancen las palabras escritas con la velocidad de la luz, aunque avancen los sexos uno hacia otro con la violencia de un cañonazo, ¿qué habrá cambiado en las rutas del alma, ¿qué en los espasmos del corazón, en la insatisfacción del espíritu?

Por eso, arrojad al agua a todos esos blancos que llegan con sus cabezas pequeñas y sus espíritus bien manejados. Es necesario ahora que esos perros nos oigan: no hablamos del viejo mal humano. Nuestro espíritu sufre de otras necesidades que las inherentes a la vida. Sufrimos de una podredumbre, la podredumbre de la Razón.

La lógica Europa aplasta sin cesar al espíritu entre los martillos de dos términos opuestos, abre el espíritu y lo vuelve a cerrar. Pero ahora el estrangulamiento ha llegado al colmo, ya hace demasiado tiempo que padecemos bajo el yugo. El espíritu es más grande que el espíritu, las metamorfosis de la vida son múltiples. Como vosotros, rechazamos el progreso: venid, echad abajo nuestras viviendas.

Que sigan todavía nuestros escribas escribiendo, nuestros periodistas cacareando, nuestros críticos mascullando, nuestros usureros deslizándose en sus moldes de rapiña, nuestros políticos perorando y nuestros asesinos legales incubando sus crímenes en paz. Nosotros sabemos - sabemos muy bien - qué es la vida. Nuestros escritores, nuestros pensadores, nuestros doctores, nuestros charlatanes coinciden en esto: en frustrar la vida.

Que todos esos escribas escupan sobre nosotros, que nos escupan por costumbre o por manía, que nos escupan porque son castrados de espíritu, porque no pueden percibir los matices, los barros cristalinos, las tierras giratorias donde el espíritu encumbrado del hombre se transforma sin cesar. Nosotros hemos captado el pensamiento mejor. Venid. Salvadnos de estas larvas. Inventad para nosotros nuevas viviendas.

El Ombligo de los Limbos
 
Allí donde otros proponen obras 
yo no pretendo otra cosa que mostrar mi espíritu.
La vida es un consumirse en preguntas.
No concibo la obra como separada de la vida.
No amo la creación separada. 
No concibo tampoco el espíritu separado de sí mismo. 
Cada una de mis obras, 
cada uno de los planes de mí mismo, 
cada una de las floraciones heladas 
de mi vida interior echa su baba sobre mí.
Me reconozco tanto en una carta escrita para
explicar el encogimiento íntimo de mi ser 
la castración insensata de mi vida, 
como en un ensayo exterior a mí mismo, 
y que aparece en mí como un engendro 
indiferente de mi espíritu.
Sufro que el Espíritu no esté en la vida y 
que la vida no esté en el Espíritu, 
sufro del Espíritu-órgano, del Espíritu-traducción, 
o del Espíritu-intimidación-de-las-cosas 
para hacerlas entrar en el Espíritu.
Yo pongo este libro suspendido en la vida, 
deseo que sea mordido por las cosas exteriores 
y antes que nada, 
por todos los sobresaltos en acecho, 
todas las oscilaciones de mi yo por venir.
Todas estas páginas se arrastran 
como témpanos en el espíritu. 
Disculpen mi absoluta libertad. 
Me rehúso a hacer diferencias entre
cada uno de los minutos de mí mismo. 
No reconozco el espíritu planificado.
Es necesario terminar con el Espíritu 
como con la literatura. 
Digo que el Espíritu y la vida
se comunican en todos los grados. 
Yo quisiera hacer un Libro que trastorne a los hombres,
que sea como una puerta abierta y 
que los conduzca donde ellos no habrían jamás consentido llegar, 
simplemente una puerta enfrentada a la realidad.
Y esto no es un prefacio de un libro como no lo son 
los poemas que lo jalonan ni la enumeración 
de todas las furias del malestar.
Esto no es más que un témpano mal tragado.

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