ponen orden en su interior y a su alrededor.
Tienen la respuesta correcta y un modo para todo.
Adivinan pronto quién a quién, quién con quién,
con qué objetivo, por dónde.
Ponen el sello en las verdades absolutas,
arrojan a la trituradora los hechos innecesarios,
y a las personas desconocidas
en ficheros destinados a ellas de antemano.
Piensan justo lo debido,
ni un segundo más,
porque detrás de ese segundo acecha la duda.
Y cuando los dan de baja de la existencia,
dejan su puesto
por la puerta indicada.
A veces los envidio,
afortunadamente se me pasa.
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