Relectura.
«- ¡Por qué! ¡Por qué! -dijo desdeñoso-. ¿Acaso no puede el hombre, en fin
de cuentas, hacer algo sin por qué? ¿Sólo por gusto?»
«…sino por el mundo entero que lucha, clama,
llora, espera y no comprende que todo no es más que una fantasmagoría de la
nada.»
«Buda. -Tengo alma dócil y libre. Años ha que
la ejercito enseñándola a jugar conmigo. ¡Y puedes llover cuanto quieras,
cielo!»
«En ese momento, a la entrada del pueblo, una
mendiga cubierta de andrajos se acercó tendiendo la mano; atezada, mugrienta,
con unos pelos negros y duros en el labio superior.
- ¡Eh, compadre! -le gritó a Zorba-, ¡eh,
compadre! ¿Tienes alma?
Zorba se detuvo.
-Sí, la tengo -contestó con toda seguridad.
-Entonces, dame cinco dracmas.
Zorba extrajo del bolsillo una cartera de cuero
muy ajada.
- ¡Toma! -le dijo.
Y una sonrisa borró la amargura que todavía aparecía
en sus labios.
-Por lo que veo -comentó-, las cosas no están
caras acá: cinco dracmas el alma.»
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