viernes, 12 de julio de 2024

¿Sienten las piedras? - Mary Oliver

¿Sienten las piedras?
¿Aman su vida?
¿O su paciencia acalla todo lo demás?
Cuando camino por la playa recojo unas pocas
          blancas, oscuras, de muchos colores.
No os preocupéis, les digo, os traeré de vuelta, y lo hago.
¿Está el árbol mientras crece encantado con sus muchas
           ramas,
cada una de ellas semejante a un poema?
¿Están contentas las nubes de descargar su fardo de lluvia?
Casi todo el mundo dice no, no, no es posible.
Yo me niego a sacar semejante conclusión.
Sería terrible equivocarse.
Traducción de Jonio González.

lunes, 8 de julio de 2024

Ahora me convierto en mí misma – May Sarton

'Not till we are lost, 
do we begin to find ourselves'.
Henry David Thoreau
AHORA ME CONVIERTO EN MÍ MISMA
Ahora me convierto en mí misma. Me ha llevado
tiempo, muchos años y lugares;
He sido disuelta y sacudida,
me he puesto las caras de otros,
he corrido como loca, como si el tiempo estuviera ahí,
terriblemente viejo, advirtiéndome a gritos
"Deprisa, morirás antes de..."
(¿De qué? ¿De que llegue la mañana?
¿O el final del poema esté claro?
¿O el amor esté a salvo en la ciudad amurallada?)
Ahora quieta, estar aquí,
¡Sentir mi peso, mi densidad!
La negra sombra sobre el papel
en mi mano; la sombra de una palabra
como el pensamiento moldea al moldeador
cae pesadamente sobre la página, se oye.
Todo se fusiona ahora, encaja en su sitio
del deseo a la acción, de la palabra al silencio,
mi trabajo, mi amor, mi tiempo, mi rostro
reunidos en un intenso
gesto de crecimiento semejante al de una planta.
Tan lento como la maduración de una fruta
fecunda, desprendida y siempre consumida,
cae pero no agota la raíz,
así es el poema, puede dar,
crecer en mí para convertirse en canción,
hecho y arraigado por el amor.
Hay tiempo y el tiempo es joven.
Oh, en esta hora vivo
mi vida y no me muevo.
Yo, la perseguida, la que corre como loca,
¡Me detengo, me detengo y paro el sol!
Traducción de Jonio González.
NOW I BECOME MYSELF
Now I become myself. It’s taken
Time, many years and places;
I have been dissolved and shaken,
Worn other people’s faces,
Run madly, as if Time were there,
Terribly old, crying a warning,
“Hurry, you will be dead before—”
(What? Before you reach the morning?
Or the end of the poem is clear?
Or love safe in the walled city?)
Now to stand still, to be here,
Feel my own weight and density!
The black shadow on the paper
Is my hand; the shadow of a word
As thought shapes the shaper
Falls heavy on the page, is heard.
All fuses now, falls into place
From wish to action, word to silence,
My work, my love, my time, my face
Gathered into one intense
Gesture of growing like a plant.
As slowly as the ripening fruit
Fertile, detached, and always spent,
Falls but does not exhaust the root,
So all the poem is, can give,
Grows in me to become the song,
Made so and rooted by love.
Now there is time and Time is young.
O, in this single hour I live
All of myself and do not move.
I, the pursued, who madly ran, 
Stand still, stand still, and stop the sun!

sábado, 6 de julio de 2024

Una carta frustrada por su peso - Jorge Aulicino

'Un poema para leer 
a la sombra'
UNA CARTA FRUSTRADA POR SU PESO
[de Lugones a su confesor]

Lidiar con la parte oscura
fue parte del asunto.
No lo hice de modo profesional, sino al tuntún
con bajo resonar de tambores,
como si una sombra se adentrara en el fuego.
Al tipo lo fusilan contra su sombra, no lo sabe
porque la sombra es ocultada por las grandes plantas
de su pensamiento, hasta
que llega a la pared húmeda en la que encuentra escrito
su nombre, que no recuerda haber escrito
porque tampoco recuerda esa pared húmeda
con dibujos marinos que le infieren el musgo y los líquenes.
No la recuerda pero le está destinada.
La parte oscura se ha hecho su propia vida cerca de la pared.
Hay un relámpago cuando el hombre llega
y esto le permite ver a su sombra, acurrucada como un demente
del manicomio entre palmeras reales e imaginarias,
o como un miserable que duerme en la calle.
Se agacha frente a ella
y le dice: Volvé hacia las ventanas ciegas de luz.
La sombra no habla, alza sus ojos pobres hacia él,
le da a entender que eso no depende ya de su voluntad.
(Disculpá estas súbitas imágenes, me vinieron a la mente al hablar
      de la sombra.)
La parte oscura ha lidiado con nosotros, más bien.
Nos ha querido decir que las más delicadas construcciones
de la ciencia tocan a su fin, todo ahora es gutural,
hasta los cálculos, y no tiene esa delicadeza mórbida
de los grandes cuentos raros; de las fuerzas extrañas.
¿Me creerás que todavía pienso en la función del punto y coma?
¿A quién podría importarle eso?
Tampoco a nadie le importa la sombra
que se inclina sobre nosotros
invisible,
más silenciosa que un velero,
con dientes pálidos,
orejas blancas,
sin temor y sin pasión,
y que no queremos ver ni oír
hasta que la encontramos en aquel viejo jardín
detrás de la montaña de flores ya podridas
no pidiendo rescate, sino hablando del mundo hundido
en los planisferios, los pasillos de la Bolsa...
¿Pero quién podría desarmar todo esto?
Son ya milenios de alfombrados, de rabia, de objetos de oro o titanio,
de colmillos de elefante, de olor a axila disimulado por
el perfume y el opio... Olor de animales en el tálamo.
Son siglos de construcción de objetos.
¿Quién podría escuchar a la sombra?
¿Qué mascarada sería presentar a la sombra en sociedad?
–Debo dejar aquí,
te debo una explicación más calma.
Será otro día.
Ahora es dulce estarse junto al río
que trae a este verano un frescor que le es ajeno. 
Jorge Aulicino, "El capital. La lírica",
Ediciones Barnacle, Buenos Aires, 2024.