LA POETA DE LA IGNORANCIA
Tal vez la tierra flote,
no lo sé.
Tal vez las estrellas sean figuritas de papel
cortadas por una tijera gigante,
no lo sé.
Tal vez la luna es una lágrima congelada,
no lo sé.
Tal vez Dios sea una voz profunda
que un sordo oye,
no lo sé.
Tal vez no soy ninguna.
Es cierto, tengo un cuerpo
y no puedo escaparme de el.
Me encantaría volar lejos de mi cabeza,
pero sobre eso no hay discusión.
Está escrito en la tabla del destino
que permanezca acá, metida en esta forma humana.
Siendo ese el asunto,
quiero llamar la atención sobre mi problema.
Dentro de mí hay un animal
que me agarra el corazón,
un enorme cangrejo.
Los médicos de Boston
metieron mano.
Probaron con escalpelos,
agujas, gases venenosos y todo eso.
El cangrejo persiste.
Es un gran peso.
Yo trato de olvidarlo, me ocupo de mis cosas,
cocino el brócoli, abro libros cerrados,
me cepillo los dientes, me ato los zapatos.
Probé con la plegaria,
pero cuanto más rezo más aprieta el cangrejo
y el dolor aumenta.
Una vez soñé,
tal vez fue un sueño,
que el cangrejo representaba mi ignorancia de Dios.
Pero ¿Quién soy yo para creer en los sueños?