«…pero para que la cultura exista deben destruirse
muchas ideas, ideas que son ídolos y si estamos decididos a romper viejos ídolos,
no es para hacer surgir nuevos debajo de nosotros.
Esta juventud ya no quiere ser engañada y cuando
se le dice que los tiempos han cambiado y que un intelectual o un poeta no
pueden ya ignorar su tiempo la juventud contesta que existe un error sobre los
intelectuales y sobre el tiempo.
Ella no separa a los intelectuales del tiempo y
los intelectuales no se separan de su tiempo, y así como su tiempo, no piensan
que el espíritu sea algo vacío y afirman que el arte vale porque se necesita.
Pero para ellos esta idea de acción necesaria no significa prostitución de la
acción.
Hay un modo de entrar en el tiempo sin venderse a
sus poderes, sin prostituir sus fuerzas de acción a los slogan de la propaganda.
“Guerra a la guerra, frente común, frente unitario, frente único, guerra al
fascismo, frente antiimperialista, contra el fascismo y la guerra, lucha de
clases, clase por clase, clase contra clase, etc.”
Hay ídolos de embrutecimientos que le sirven a la
jerga de la propaganda. La propaganda es la prostitución en acción y para mí y
para la juventud, los intelectuales que hacen literatura de propaganda son
cadáveres perdidos por la fuerza de su propia acción.»
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