jueves, 27 de junio de 2024

Fragmentos de Diario II (1934-1939) - Anaïs Nin [Parte V]

[Mayo de 1936]
(…) Me aferro al mundo creado por los artistas, porque el otro está lleno de horror, y no le encuentro remedio. (…) Cuando estoy rodeada de gente y caigo en estado de ensoñación, mi voz se hace remota. Henry notó el contraste entre la voz cálida y la voz remota. Hay gente que sólo es natural en público. Henry respira, vive, habla mejor si está rodeado de mucha gente. Para mí, el momento más sincero y natural es cuando estoy sola, o cuando estoy con quien amo.
 
[Junio de 1936]
(…) Quería no tener nada que rumiar, nada a lo que dar vueltas. (…) yo respiro y amo sin la necesidad de decir: «Respiro y amo» (…) – Anaïs, tienes una gran fuerza, espiritual y vital, y pese a estar envuelta en mitos y leyendas, eres para mí como un látigo.
(…) también te gustará a ti algún día, no sé cuándo, cuando te des cuenta de que la vida es sueño, y de que los sueños son algo necesario para la vida; (…) pero en lo fundamental, nada ha cambiado, si alguien es bueno, nada cambia (…) No he dejado de ser consciente del drama político que se desarrolla y no he tomado partido porque para mí la política, sea la que sea, me parece podrida hasta el fondo, basada en lo económico en lugar de basarse en lo humanitario. Me parece que el sufrimiento del mundo no tiene remedio, que solamente puede paliarse con lo que cada uno de nosotros logre hacer individualmente.
 
Vivimos en un mundo que se desmorona. Cuanto más se desmorona, más me siento que debo afirmar la posibilidad de un mundo individualmente perfecto, un mundo de amores personales, de relaciones personales, de creación. Quizá trato sólo de colocar una capa de opio sobre un volcán. (…) – No eres cobarde, Gonzalo. Quizás te falta sólo la fe absoluta, el creer ciegamente en el lado con el que estás, (…) Creo que no estás seguro. A veces hace falta más valor para seguir las propias convicciones personales que para seguir una línea de acción que es posible compartir con muchos. (…) – No eres sólo una mujer -dice Henry-, eres más que una mujer.
Yo me río porque soy las dos cosas. A veces puedo vivir en un mundo grande, impersonal, y otras veces encuentro frío todo eso, y regreso al mundo personal, íntimo. El gran mundo, el mundo en el que a veces la mujer nada con una cierta aprensión humana, con algo de soledad humana, es un mundo estelar de magnitud y mutación que simultáneamente fascina y hiere. (…) Cuando salgo al mundo, a los cafés, a las fiestas, busco experiencias profundas, amistades verdaderas. Cuando las encuentro, hago una pausa. Me detengo a saborear, a profundizar por medio de la reflexión, les dedico toda mi atención. Henry sigue. Más cafés, más personas, más movimiento, sin elegir, sin profundizar, sin valorar.
 
[Agosto de 1936] 
(…) Como consecuencia, la gente le resulta carente de densidad. Sólo capta su fosforescencia.

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