jueves, 8 de mayo de 2014

Poemas de D. H. Lawrence

ELEMENTAL
¿Por qué la gente no deja de ser encantadora
y de pensar que es encantadora, y de querer ser encantadora,
y comienza en cambio a ser más elemental?

Puesto que el hombre está hecho de los elementos
fuego, y lluvia, y aire, y tierra viva
y ninguno de estos es encantador sino elemental,
está desequilibrado al lado de los ángeles.

Quisiera que los hombres recobraran su equilibrio entre los elementos 
y fueran un poco más ardientes, tan incapaces de mentir como el fuego.
Quisiera que fueran fieles a su propio movimiento, como el agua, 
que pasa todas las etapas de vapor, y río, y hielo 
sin perder su naturaleza.

Estoy harto de las personas encantadoras;
de algún modo, son falsas.

FÉNIX
¿Quieres ser borrado, abolido, anulado, 
cancelado y reducido a la nada?
¿Estás dispuesto a ser reducido a la nada?
¿a sumergirte en el olvido?
Si no: nunca podrás cambiar realmente.
El ave fénix renueva su juventud 
sólo cuando ha sido quemada, quemada viva,
consumida hasta una pálida y chamuscada ceniza.
Entonces, la palpitación de un nuevo ave en el nido,
con sus flotantes hebras de plumón ceniciento,
demuestra que está renovando su juventud
como el águila: Ave Inmortal.

DEMOCRACIA
Soy demócrata cuando amo el sol libre 
que encuentro en los hombres,
y aristócrata cuando detesto a los posesivos, 
a los de entrañas mezquinas.
En todo hombre amo el sol
cuando lo veo entre sus cejas,
claro, sin temor, aun pequeño.
Pero cuando veo esos grisáceos hombres de éxito
tan pestilentes y cadavéricos, absolutamente sin sol,
como groseros esclavos de la prosperidad,
balanceándose mecánicamente,
entonces soy más que radical, 
y quiero manejar una guillotina.
Y cuando veo obreros, pálidos y sórdidos como insectos, 
hormigueando y viviendo como piojos 
por un poco de dinero,
y no mirando nunca hacia arriba,
entonces quisiera como Tiberio,
que la muchedumbre tuviera una sola cabeza
para podérsela hachar.
Siento que cuando los hombres pierden el sol
no deben existir más.

PAZ Y GUERRA
La gente hace siempre la guerra 
cuando dice amar la paz.
El estruendo del amor por la paz 
lo hace estremecerse a uno
mucho más que un grito de combate.
¿Por qué debería uno amar la paz?
Es tan, obviamente, ruin y bajo hacer la guerra.
La estridente propaganda por la paz
hace parecer inminente la guerra.
Y es una forma de guerra, igualmente, 
la auto-aserción y el ser sabio para con los demás.
Dejemos que la gente sea sabia por sí misma.
Porque, de cualquier modo, nadie es sabio
salvo en raras ocasiones, como al casarse o morir.
Es de mal gusto ser sabio todo el tiempo,
como si estuviéramos en un funeral perpetuo.
Para el uso de todos los días, 
denme alguien caprichoso,
con no mucho propósito en la vida, 
y entonces no haremos la guerra, 
ni necesitaremos hablar de paz.

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Ajám...