Qué extraño que
todo,
los temores,
penas, las tempranas desventuras,
los lamentos, las
fatigas y desdichas, todo ello
entremezclado en
mi mente, contribuya,
¡Y de qué
indispensable modo!
a crear la calma
existencia que poseo
cuando soy digno de mí mismo.
No es un desterrado él, ser triste y confuso;
por sus venas infantiles se inter-funde
la gravitación y el vínculo filial
de la naturaleza, que le conectan al mundo.
Pues aunque el
resplandor que en otro tiempo fue tan brillante
hoy esté por
siempre oculto a mis miradas,
aunque nada pueda
hacer volver la hora
del esplendor en
la hierba, de la gloria en las flores,
no debemos
afligirnos, pues encontraremos
fuerza en el recuerdo,
en aquella primera
simpatía
que habiendo sido
una vez, habrá de ser por siempre,
en los sosegados
pensamientos que brotaron
del humano
sufrimiento
y en la fe que
mira a través de la muerte,
y en los años, que
traen consigo las ideas filosóficas.
Con qué verbo tan extraño
el viento seco estrepitoso
soplaba a través de mis oídos:
no parecía el cielo un
cielo terrenal.
¡Y qué ímpetu movía las nubes!
Polvo como somos, crece el espíritu inmortal
igual que en la música la armonía;
hay una oscura inescrutable artesanía
que concilia elementos discordantes,
los agrupa en un único consorcio.
Aprendí a sentir,
quizá en exceso, la autonomía de la soledad.
La unidad de todo te ha sido revelada [...]
Tarea dura, vana esperanza, analizar la mente,
si hasta el más obvio y preciso pensamiento,
-no en sentido místico y ocioso
sino en palabras de Razón poderosa-
carece de principio.
Me turbaban a menudo sobrios pensamientos,
queriendo
esperar sin esperanza, miedos a mi futuro,
mi sustento en el mundo, y, más que
nada, un sentir extraño:
el de no pertenecer a aquel lugar ni a aquella hora.
El lector no hallará dificultoso extraer el sistema por
sí solo.
…ni el caos,
ni el más oscuro pozo del Erebo más inferior,
ni oquedad alguna de vacío más ciego,
excavada con ayudas de los sueños
–pueden causar temor y pasmo
como el que nos alcanza al mirar
dentro de nuestras mentes, en la mente del hombre-
mi morada, el territorio principal de mi canto.
¡Señora! Recibimos tan sólo lo que damos,
y la naturaleza en nuestra vida sólo vive:
¡Nuestro es su vestido de boda y su mortaja!
El espíritu moldeador de la imaginación
y el espíritu y el poder,
que desposando la naturaleza con nosotros,
nos da en dote una nueva tierra y un nuevo cielo.
…Recuerdo bien
que en las apariencias de la vida diaria
me pareció en ese momento tener a la vista
un nuevo mundo, un mundo, también,
que era adecuado para ser transmitido
y hecho visible a los ojos de los otros,
teniendo por su base
eso de donde nuestra dignidad se origina,
eso que a la vez le da ser
y mantiene un equilibrio,
un intercambio ennoblecedor
de acción desde dentro y desde fuera:
la excelencia, puro espíritu y mejor poder
tanto de los objetos vistos como del ojo que ve.
…ante ti
La ciencia aparece tal y como en verdad es,
no como nuestra gloria y absoluto alarde,
sino como un derivado,
y un apoyo para nuestra flaqueza.
No esclavo oficioso eres tú
de ese falso poder secundario
por el que multiplicamos distinciones,
y luego consideramos que nuestros límites insignificantes
son
cosas que nosotros percibimos, y no que hemos fabricado.
Todo el secreto de este malabarismo yace,
no en adecuar
las palabras a las cosas (que sería un noble trabajo)
sino, en adecuar las
cosas a las palabras.
Dulce es el conocimiento que la naturaleza trae consigo;
nuestro intelecto entrometido
deforma las formas bellas de las cosas:
asesinamos para analizar minuciosamente.
Ya basta de ciencia y de arte;
cierra esas hojas yermas;
ven, y tráete contigo un corazón
que contemple y que reciba.
Filtro Cartesiano: Nuestra cultura –y nuestro discurso
crítico- ha sido construido fundamentalmente sobre dicotomías cartesianas: espíritu/mente
frente cuerpo/materia, mente individual frente a mundo social y natural,
sentimiento frente pensamiento.
Emoción en vez de razón; el corazón opuesto a la cabeza;
imaginación en contraste con la razón y el sentido del hecho.
El proceder usual de los críticos románticos era
reemplazar por la ciencia la historia como lo opuesto a la poesía, y fundar la
distinción en la diferencia entre expresión y descripción, o entre lenguaje
emotivo y lenguaje cognitivo. Como escribió un autor en el Blackwood’s
Magazine, en 1835, ´la prosa es el lenguaje de la inteligencia, la poesía de la
emoción´.
Todas las cosas vivirán en nosotros
y nosotros viviremos en todas las cosas
que nos rodean.
Ésta, yo considero, nuestra tendencia…
Y formas y sentimientos así actuando,
y así reaccionando,
adquirirán ambas
un espíritu vivo y un carácter
hasta entonces desconocido,
y ambas serán aumentadas
con una variedad que no conoce fin.
El ser humano, en la ciudad verdaderamente está sólo,
aquél, entre la multitud, cuyos ojos están condenados
a sostener un comercio vacío día a día con objetos carentes de vida,
que el amor rechazan.
Aquél encerrado por la vasta metrópolis,
donde la compasión se encoge ante incesantes reclamos,
donde los números aplastan la humanidad,
y la vecindad más sirve
a la separación que a la unión.
…una idea desconcertaba mi entendimiento: cómo pueden los
hombres vivir puerta con puerta (por así decirlo) y sin embargo ser extraños,
ignorando hasta su nombre.
El sentimiento de la simpatía universal es un correlato
del sentido de la vida universal propia del entusiasmo. Los dos son
interdependientes. La simpatía universal es afinidad en la separación,
realización en el esfuerzo.
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